Reconozco que casi me caigo «de culo» literalmente cuando mi hija de 21 años me pidió que la buscase entre mis trastos una cámara analógica, «de carrete». Mi sobrina hizo lo mismo, pedirme una analogíca. Para mi sobrina encontré una reflex en perfecto estado por 12,5€ objetivo incluido (curiosamente el objetivo por separado vale 10 veces más), y ahí la tiene. En un momento pensé que dispararían un carrete y no volverían a hacerlo, dado que el coste entre lo digital y lo analógico es evidentemente abismal.

Tras unos meses me he dado cuenta que no es una moda tan pasajera, sino más bien viene dado por varios motivos que no dejan de sorprenderme aún más, máxime cuando las nuevas generaciones son nativos digitales y realmente no han conocido el mundo analógico como tal.

Primero de todo les gusta ese look «analógico», ese aroma a vintage que rezuman las fotos. Mi hija va con «su» Nikon point and shoot cada vez que sale con sus amigas. Una o dos fotos son suficientes para inmortalizar el momento, y aunque usan también la cámara del móvil, las fotos estrella son esas que tienen que esperar a ser reveladas.

Tienen la necesidad de «tocar» la foto, algo que nosotros, los que venimos de una infancia de teles en blanco y negro y adolescencia de VHS no tenemos, porque ya hemos tocado muchas.

El detalle, pero sin esa nitidez de las digitales, que a veces deja al descubierto todo, la imagen tal y como es, sin tener que ponerle filtros.

Y lo más sorprendente de todo: la calma. Algunos han descubierto que ponerse a hacer fotos como locos sin pensar no tiene mucho sentido, que es mejor una foto bonita y bien hecha, que por coste es necesario, que 400 digitales sin alma.

Y las mujeres nos llevan la delantera en esto, me cuenta Fernando, el dueño de la tienda donde compro los carretes, que la mayoría son chicas jóvenes.

Yashica FX-3 super, totalmente mecánica con montura Contax/Yashica. Una joya. Como dice el maestro Valentín Sama si «pelabas» una de estas te dabas cuenta que era una Contax.

Aprovechando la coyuntura yo también he vuelto a disparar en analógico, y he descubierto que me ayuda a pausar y pensar más en cómo hago fotos, menos fotos pero más elaboradas.

Espero no sea una moda pasajera y aprovecho, aunque no sirva de mucho, para pedirle a Kodak que vuelva a traernos el Kodachrome.

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